Es directora de teatro, actriz y docente.
Su formación abarca el teatro, la música y la danza.
Su especialidad, a la cual se ha dedicado durante toda su carrera, es el humor.
Participa activamente desde la idea, creación y producción de sus espectáculos.
Su material preferido es la poesía, con las que elabora sus estructuras dramáticas dándole un lugar a las palabras de manera activa y lúdica.
Dentro de sus entrenamientos de teatro incluye la música, el cuerpo y el yoga.
Como docente, es Responsable de área y Maestra de teatro para niños y adolescentes en la Escuela de Teatro Calibán que dirige Norman Briski.
Brinda Seminarios de Humor en el interior del país: Cipoletti (La caja Mágica), Beltrán en el festival de teatro Galponeando para adolescentes, Viedma, San Martín de los Andes en el marco del Festival de Teatro estival.
Dicta Talleres de humor y entrenamientos a compañías de teatro y narradores orales como también en instituciones que trabajan con distintos tipos de problemáticas sociales. Desde 2005 trabaja en la Fundación Tzedaká en el Programa de sobrevivientes del Holocausto con el Taller de humor.
Desde 2006 ofrece entrenamientos de Humor para empresas que quieran trabajar problemáticas internas.
Dicta talleres de creatividad hacia la puesta en escena como también acompaña desde la dirección procesos creativos en gestión.
Da clases de yoga desde 2000.
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Interesada principalmente por el lazo entre el teatro y la palabra poética, Wachtel permite al lenguaje ubicarse en un lugar dislocado, lejos de su funcionalidad cotidiana. De esta manera logra que ese lenguaje estalle tanto en materia y forma como en imágenes y conceptos: es la mirada atenta de quien no se conforma con ser un mero observador del mundo sino que entra en comunión con él. Esta forma de mirar, con unos ojos móviles que se ubican en distintos planos, tiene que ver también con el modo en la artista piensa el arte escénico. De aquí que el texto está pensado como una partitura, ya que incorpora a la dramaturgia de sus trabajos la cualidad musical que la poesía posee en sí misma.
No se trata de espejar el mundo, sino de crear uno, particular y único, en el que caben múltiples realidades.
Ariane Mnouchkine